Fundamentación «geológica» de nuestras teorías normativas

El problema de la fundamentación de nuestras normas morales es decisivo… pero, sin embargo, de difícil resolución. Schopenhauer comenzaba su tratado de ética afirmando que predicar moral es fácil, fundamentarla es difícil. Tal vez Schopenhauer exageraba un poco. Claro que es sencillo, sentados en una mesa de café, soltar el rollo y explayarse acerca cómo debería ser el mundo. Pero, en el fondo, es compleja ya la “simple” tarea de la ética normativa, esto es, la tarea de esa parte de la ética abocada, en primer lugar, a definir el sistema de normas conforme al cual regir nuestros actos y, en segundo, a especificar un sistema de principios en base al cual organizar nuestras instituciones sociales. También en bioética es arduo seleccionar la regla moral a la que atenernos en casos conflictivos. Pero, sin duda, tras estos retos se esconde la trabajo hercúleo de fundamentar las normas y los principios que previamente hemos seleccionado.

A la hora de buscar una fundamentación para nuestro sistema de normas y principios normativos tenemos que subir un escalón filosófico, esto es, tenemos que pasar de la ética a la metaética.

El filósofo que se ocupa de metaética puede ya tener una posición tomada y haber desarrollado una teoría sólida. Pero para el que viene de fuera, el panorama metaético puede ser bastante desolador… ¡porque hay muchas posiciones –y muy diversas entre sí– en metaética! Es más, algunos filósofos sospechan que no es posible otorgar una fundamentación última a ningún sistema normativo. Estos son los escépticos. Otros creen, en el bando opuesto, que es posible dar una fundamentación última, pero que esta se halla fuera del ámbito de la filosofía (en la fe religiosa, por ejemplo). Finalmente, entre los que piensan que es posible basar sólidamente nuestro sistema de normas y principios sin necesidad de abandonar el terreno filosófico, no reina la unanimidad en lo que respecta al tipo de fundamentación defendible. Así, deontologistas de corte kantiano, utilitaristas, contractualistas y teóricos de la virtud desarrollan puntos de vista sumamente diferentes entre sí.

¿Es que acaso es una tarea prácticamente imposible la de dar una fundamentación lo suficientemente sólida y amplia a nuestras normas y a nuestros principios? Personalmente, soy moderadamente optimista; creo que es posible ofrecer ese punto de apoyo que se nos pide, y que este ha de buscarse dentro del así llamado contractualismo. Sin embargo, no tenemos que esperar a que algún eximio filósofo contractualista nos dé la base sobre la cual, acto seguido, alzar el edificio de nuestra moral, no debemos detener nuestro actuar en el mundo en espera de la llegada de ese “primer principio inmóvil” de la ética. No podemos “congelar” nuestras vidas hasta que se sienten los cimientos metaéticos. Y esto lo digo porque la mayoría de nuestros conflictos vitales puede ser resuelta sin apelación a fundamentos últimos. La mayoría de las situaciones conflictivas con las que nos topamos casi a diario pueden resolverse con el recurso a normas y principios que disponen de una fundamentación “intermedia”, “provisoria”, “limitada”. La fundamentación última, definitiva y absoluta de nuestra moral será algo que, si finalmente se da, llegará demasiado tarde para que nos pueda ser útil, aquí y ahora.Tal vez esta fundamentación limitada, de mediano alcance, incluso provisoria que estoy proponiendo para la ética normativa y la bioética, disciplinas que nos enfrentan a problemas de urgente resolución, pueda compararse con la fundamentación que le damos a nuestros edificios. Indudablemente, si tenemos que construir una casa, lo haremos sobre roca firme, y no sobre arena. Pero toda roca firme, ¿sobre qué se basa, al fin y al cabo? La roca se basa sobre las capas profundas de la corteza terrestre… ¡pero la corteza no se asienta en nada más duro que ella, sino que descansa en el manto terrestre, y este flota finalmente en el magma! Las profundidades de la Tierra no son para nada algo incólume, pero tampoco lo necesitamos para levantar nuestras casas, aquí en la superficie.

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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