Los animales no son miembros de la comunidad política (pero sí de la comunidad moral)

En varias entradas pasadas me referí a la cuestión del estatus moral de los animales. A mi entender, los animales son miembros plenos de la comunidad moral. Por eso, no solamente no debemos hacerlos sufrir o matarlos injustificadamente, sino que también –y, ante todo– debemos reconocerlos como sujetos, esto es, como “uno más” de este nosotros que integramos todos: hombres, animales y entidades valiosas.

Ahora bien, ¿qué significa concretamente reconocer a los animales como sujetos morales? Más allá de verlos como una parte esencial de la comunidad moral, significa considerar sus intereses, en la medida en que esto sea posible. En otras palabras, implica imaginar qué es lo que necesitan y desean, y buscar implementar formas de convivencia que satisfagan esas necesidades y esos deseos.

Por supuesto, aquí es importante distinguir a los animales según su grupo de pertenencia. El gorrión que tiene su nido en un árbol del bosque cercano puede tener el interés en que lo dejemos simplemente tranquilo; todo lo que necesita y desea es que no interfiramos en su vida. En cambio, nuestro perro necesita y desea mucho de nosotros, desde que le procuremos el alimento diario hasta que pasemos horas agradables en su compañía. En otras palabras, los intereses de los animales salvajes son bien distintos de los intereses de los animales domésticos y de los animales de la granja (vacas, ovejas, etc.).

Ahora bien, para mí es fundamentar aclarar que los animales no son ni pueden ser miembros de la comunidad política, por el simple hecho de que no son personas. Ya dije que son sujetos y que por eso son miembros de la comunidad moral, con todo lo que eso implica, pero no son ni pueden volverse agentes legales.

El problema de muchos filósofos actuales, inspirados en la obra de Will Kymlicka, es que han pasado de un extremo al otro: del extremo de considerar a los animales como meras cosas sin derecho alguno al extremo opuesto de darles carta de ciudadanía y membresía en la comunidad política. En mi opinión, no es correcto ni lo uno ni lo otro. Por eso insisto en la noción de subjetividad: los animales son sujetos, no personas; incluso, para evitar confusiones, podemos decir que son sujetos no personales, para distinguirlos de tú y yo, que somos sujetos personales o, simplemente, personas.

Aquí tal vez sirva una comparación: en este sentido, los animales son como los niños, es decir, son indudablemente sujetos de la comunidad moral, pero no forman parte de la comunidad política. Eso no significa que no debamos atender a sus intereses; por el contrario, debemos satisfacer en lo posible las necesidades y los deseos de los animales como las necesidades y los deseos de los niños, pero sería ridículo tratar de incluirlos en el ámbito de lo político.

Por supuesto, alguien podría objetar que hay una diferencia nada menor entre, digamos, un perro y un niño de cuatro años: el perro nunca podrá ser miembro de la comunidad política, mientras que el niño sí, de darse las condiciones apropiadas. Estoy de acuerdo con esta observación, solo que creo que no invalida la comparación: hasta que el niño no llegue a la edad que normalmente se establece en la sociedad para la mayoría de edad, no podrá ser miembro de la comunidad política.

Un último punto: tampoco podríamos tratar de incluir a los animales en la comunidad política “indirectamente, esto es, mediante representantes, porque la representación política supone la capacidad, por más lejana que fuese, de ejercer uno mismo la actividad en cuestión. De nuevo, esto no significa que, a la hora de legislar, no debamos tener en cuenta los intereses de los animales; todo lo contrario. Significa tan solo constatar que no son personas que puedan participar activamente en la política, ni ahora ni en ningún momento futuro.

En conclusión: no es una contradicción incluir a los animales en la comunidad moral y excluirlos paralelamente de la comunidad política, como hago. Lo uno no supone necesariamente lo otro. La categoría moral de sujeto está destinada justamente a superar la dicotomía tradicional entre cosa y persona.

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About Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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1 Response to Los animales no son miembros de la comunidad política (pero sí de la comunidad moral)

  1. Avatar de MARTINEZ PATRICIO GABRIEL MARTINEZ PATRICIO GABRIEL dice:

    Muy claro como siempre Marcos, tus conceptos se aplicarían exactamente a lo que sucede en este momento con los carpinchos en Nordelta, Tigre.

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