Diario de la pandemia (26 de mayo)

Me resulta extraño seguir escribiendo semanalmente sobre la pandemia cuando a mi alrededor todo el mundo ha vuelvo a vivir… ¡como si nunca hubiese habido ninguna crisis sanitaria o, mejor dicho, como si el virus no siguiera estando entre nosotros! Tal vez el buen tiempo contribuya a este “olvido colectivo”: las temperaturas, ya veraniegas, nos hacen pensar en el fin de semana o en las vacaciones de agosto, no en el confinamiento que pasamos el invierno pasado.

A decir verdad, algunas medidas siguen vigentes, como la prohibición de circular por la noche. Pero lo cierto es que la veda se redujo a un par de horas pasada la medianoche. Hasta esa hora, por ejemplo, el tráfico acá en la zona céntrica de Atenas volvió a la normalidad, y con todos los inconvenientes que tiene la normalidad vial: contaminación, ruido, accidentes…

¿Pero acaso no es buena esta vuelta a la normalidad? ¿No es tal vez el signo más claro de la afirmación de la vida y la muestra más contundente de la capacidad de supervivencia de nuestra especie? Sí, por qué negarlo; una vez que pasan los negros nubarrones de la historia –pandemias, terremotos, guerras– la humanidad sale de su escondrijo y renace, no importa cuán malparada la haya dejado la tormenta.

De todos modos, ¿cómo podemos separar una legítima expresión de entusiasmo colectivo de una acción imprudente? Doy un ejemplo, para que quede más claro lo que quiero decir. El domingo fui con mi familia a una playa de Ática, a una horita de Atenas. ¡Estaba llena! Pero llena, lo que se dice llena: uno al lado de otro, como en los viejos tiempos. ¿Alguien se molestó porque no se respetaba la distancia mínima de al menos dos metros entre grupo familiar y grupo familiar? Nadie. ¿Controles policiales? Para qué.

Esto lo digo porque la verdad es que los números que publica el Ministerio de la Salud diariamente deberían sugerirnos un poco más de precaución. Por ejemplo, ayer el número de contagios estuvo por encima de los dos mil. Claro que ya es la mitad de lo que teníamos en las semanas más críticas, pero no es un número despreciable para Grecia. También ayer tuvimos más de cincuenta muertos y casi que podría escribir lo mismo: en los peores momentos llegamos contabilizar el doble, pero cincuenta no es una cifra menor. El número de intubados en terapia intensiva ronda los 550, con lo cual se sigue observando una tendencia al descenso, pero acá sumamente lenta.

Respecto a la campaña de vacunación puedo afirmar que va por la buena senda, aunque aún falta un largo tirón para lograr la famosa inmunidad del rebaño. Lo alentador para mí es ver que en los distintos grupos en que me muevo (de amigos, conocidos, colegas, familiares) ya casi todos empiezan a estar vacunados, al menos con una dosis. Algunos se han puesto incluso la vacuna de Johnson y Johnson, que solo requiere un solo pinchazo.

Pero no en todos los sectores sociales se repite el mismo fenómeno. Por ejemplo, hay ciudades con más antivacunas –o, simplemente, con más personas que no se quieren molestar en ir a vacunarse– que en otras. Acá en Atenas la demanda es mayor que la oferta, de modo que si uno se decide hoy por la vacuna, le van a dar un turno de acá a un par de semanas, en el mejor de los casos. Pero en Tesalónica, en cambio, sobran las vacunas. De hecho, conozco el caso de varios residentes de Atenas que fueron al interior para vacunarse porque allí les daban turno el día que ellos deseaban.

Yo ayer terminé de dar un seminario en línea. En principio, mi idea es repetir el curso a partir de setiembre, cuando acá reinicie el año lectivo. Los participantes me preguntaron qué modalidad voy a usar y mi respuesta fue una de esas respuestas a la que nos acostumbramos en este largo año y medio que pasó: “Bueno, en el peor de los casos retomaremos las clases por Zoom, y si todo va bien, habrá dos modalidades, la virtual y, para los que lo deseen, otra presencial.”

En otras palabras: la modalidad a distancia o virtual o en línea, es algo que ha llegado para quedarse. De ahora en más creo que seguiremos utilizando las posibilidades que abre el teletrabajo, la educación a distancia, etc. Pero, por otro lado, nadie puede decir a ciencia cierta cómo van a estar los tantos después del verano. ¿Habrá una cuarta ola en países como Grecia? Depende. Depende de cuántos estén vacunados hasta esa fecha, depende de cuánto nos cuidemos durante el verano, depende de si ingresan y se difunden nuevas variantes del virus, etc.

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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Una respuesta a Diario de la pandemia (26 de mayo)

  1. Irene dijo:

    Estoy de acuerdo contigo, el teletrabajo llegó para quedarse y me parece estupendo en todas las áreas, excepto en la enseñanza. En este contexto el contacto humano enriquece la experiencia.

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