Comentario sobre «Capital» de Piketty

Aquí les señalo un comentario de Thomas Frank sobre el libro de Thomas Piketty, Capital in the Twenty-First Century. Frank no solamente se identifica con el lineamiento político e intelectual de Piketty, sino que además comparte las principales conclusiones del libro. No obstante, le critica dos puntos. En primer lugar, Frank resalta el desconocimiento de Piketty de la historia política y económica norteamericana. Así, Piketty sería un buen conocedor de la historia francesa e inglesa, pero tendría una visión demasiado vaga, cuando no errónea de la estadounidense. En segundo lugar – y este aspecto es mucho más importante – Frank rechaza de cuajo la propuesta política de Piketty de crear un impuesto mundial a la riqueza. En su opinión, no es algo factible. Frank propone, en cambio, dar más poderes y ampliar el campo de acción de los sindicatos. Un sindicalismo fuerte es la única manera, sostiene, de detener el proceso de inusitada acumulación del capital en manos del 1% más rico de la población. Frank concluye:

Un movimiento sindical poderoso no es la solución total de la plutocracia, tal como lo sabemos de algunos países europeos, pero sería un gran avance hacia la resolución del problema en la forma tan particular y caótica en que se da en Estados Unidos. Lo que necesitamos no es que un recaudador todopoderoso de impuestos de las Naciones Unidas descienda sobre los Estados Unidos, sino que necesitamos nuestras propias autoridades elegidas para proteger los derechos que ya tenemos sobre el papel.

En mi opinión, la existencia de sindicatos activos y eficientes es un aspecto importante – pero sólo un aspecto en la lucha por reducir la desigualdad económica. La experiencia europea demuestra que, con frecuencia, los sindicatos simplemente no se oponen al aumento exorbitante de los salarios de los altos ejecutivos. El historiador alemán, Hans-Ulrich Wehler, ha señalado reiteradamente que, por ejemplo, los dirigentes sindicales alemanes, que tienen voz y voto en las comisiones en que se fijan los supersalarios de los ejecutivos, apenas ofrecen resistencia. No es que se trate necesariamente de dirigentes corruptos, pero sí de personas que aceptan sin más lo que Piketty denomina la nueva cultura salarial: tendemos a pensar que está bien que los ejecutivos ganen salarios descomunales y que luego se los tase a niveles siempre menores. En todo caso, lo que falta es la voluntad política para establecer un tope a los «supersalarios» – y es allí donde el sindicalismo puede contribuir de manera decisiva.

Por otra parte, desde el momento en que los sectores más adinerados de cualquier sociedad – no sólo de la norteamericana – se mueven a nivel global, es necesario contar con instancias políticas internacionales. De lo contrario, un multimillonario estadounidense podrá llevar su riqueza a otro país más permisivo si ve que «en casa» las condiciones se vuelven menos propicias. Necesitamos, por tanto, un sindicalismo fuerte, pero un sindicalismo que no se limite a actuar dentro de las fronteras del propio país.

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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