Diario de la pandemia (1 de noviembre de 2021)

En los días que pasaron, la pandemia ha seguido el curso anticipado por los epidemiólogos. Este triunfo de la predicción científica no se traduce en una buena noticia para los medios: significa, ni más ni menos, que la curva de contagios ha seguido aumentando (y que, de no mediar un milagro, lo seguirá haciendo).

De hecho, hace unos días Grecia superó la barrera de los 4.000 casos diarios, algo que no sucedía desde los peores momentos de las oleadas anteriores.

Curiosamente, algunas de las ciudades y regiones del centro y norte del país, que se cuentan entre las más desarrolladas económicamente, son las que exhiben los números más colorados.

No tengo datos precisos, pero esto indica que no es factible establecer a la ligera un vínculo directo entre nivel de pobreza y número de contagios. Hay factores culturales que son determinantes. Por poner un simple ejemplo: el fin de semana una pareja conocida me contaba que la madre de ella, una anciana de más de ochenta años, se niega a vacunarse porque, devota como es, sigue al pie de la letra la prédica del pope de su iglesia, que dice en sus homilías que la vacuna es algo innecesario, cuando no directamente diabólico.

Lógicamente, el incremento de contagios viene de la mano del aumento de personas internalizadas. Los otros días leía una entrevista al director de un hospital del norte de Grecia que decía sin ambages que ya no tienen camas libres en la unidad de terapia intensiva y que han empezado a usar el quirófano para poner a los pacientes que necesitan urgentemente intubación. Esto supone, por cierto, un esfuerzo extra para el personal sanitario, que se ve desbordado. (Y, para que no quede nada en el tintero, agrego yo que esto supone también un esfuerzo extra para los habitantes de la región, que ven cómo una vez más sus hospitales se refuncionalizan y se vuelven nosocomios para enfermos de covid y cómo en consecuencia deben aplazar, una vez más, las restantes cirugías y los demás tratamientos.)

¿Por qué se están complicando las cosas en Grecia? Por muchas razones, como la llegada del frío (la semana pasada tuvimos temperaturas invernales) y el relajamiento de las medidas establecidas por los protocolos sanitarios (ya casi nadie te controla a la entrada de una taberna o un bar), pero sobre todo porque mucha gente, cerrando los ojos a la evidencia, sigue sin vacunarse. Solamente el 63 % de la población griega se vacunó con la pauta completa.

Mientras tanto, la pandemia sigue evolucionando y nos va enfrentando a una realidad distinta. En efecto, ya parece inevitable la tercera dosis o dosis de refuerzo. Creo que no es desatinado suponer que en los próximos meses va a redefinirse el concepto de “pauta completa” y por ello en el certificado de vacunación va a tener que constar la pauta inicial de dos más la de refuerzo, algo así como un 2 + 1.

Una noticia al respecto es que Grecia aprobó el uso de la vacuna de Moderna para la tercera dosis. Con esto, ya son dos las vacunas disponibles para el refuerzo (la de Pfizer-BioNTech ya estaba aprobada).

Yo no me puse la tercera dosis porque la convocatoria es aún para los mayores de 50 años. Calculo, no obstante, que en las próximas semanas van a volver a bajar el límite etario.

Así mismo, es muy probable que en breve tengamos otra noticia, la de la aprobación por parte de la EMA, la Agencia Europea de Medicamentos, del uso de la vacuna de Pfizer-BioNTech para los niños de 5 a 11 años.

Por suerte, en Grecia no han muerto muchos niños a causa del covid. Creo que son solo 3 los menores de 17 años fallecidos en lo que va de la pandemia. De todos modos, los chicos son uno de los grupos más expuestos.

Les tiro un último dato general para cerrar con una proyección “hecha en casa”. Ayer volvimos a tener casi 50 muertos por el virus en toda Grecia. Si las cosas siguen así, en los próximos diez días vamos a contabilizar 500 muertos y en los próximos 100 días (noviembre, diciembre, enero), 5.000 muertos. Para una nación como Grecia, no es poco, sobre todo cuando se trata de muertes que, en más del 90 % de los casos, son aún evitables. Y no contemos ahora a los que no van a morir pero van a quedar con secuelas nada despreciables. Y tampoco contemos cuánto dinero va a costar todo esto, porque casi nadie se muere de golpe por el coronavirus, antes calienta la cama de algún hospital público por un plazo de semanas.)

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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