Diario de la pandemia (14 de agosto de 2021)

Hoy es sábado, 14 de agosto, y mañana se festeja aquí en Grecia el Día de la Asunción de la Virgen, conocido como “Δεκαπενταύγουστος”. Estamos, por tanto, en plenas vacaciones de verano. El grueso de la población va a volver a sus hogares recién a partir del próximo fin de semana. Mientras tanto, los chicos tienen aún casi un mes de vacaciones: el Ministerio anunció que las clases comenzarán este año el 13 de setiembre.

Tengo la sensación de que este verano observamos los meses que nos esperan a partir de setiembre con menos ingenuidad que el anterior. Me explico. El verano pasado, los famosos números de la pandemia (de contagios, de muertes a causa del covid, etc.), habían bajado mucho, hasta casi desaparecer de la percepción de la gente: parecía que íbamos a tener un otoño normal, casi como los de antes. Pero luego, en las primeras semanas de octubre, todo se complicó rápidamente y casi sin mucho rodeo volvimos a entrar en cuarentena. (Confieso que a mí me sorprendió el anuncio del confinamiento y ello me motivó a iniciar este diario de la pandemia, que al inicio titulé “Otra vez en cuarentena”.)

Esta vuelta las cosas son distintas. En primer lugar, porque si bien el verano nos dio en general un respiro (quien más, quien menos, todos volvimos a tener unas vacaciones bastante “normales”), los números de la pandemia se mantuvieron siempre altos. Especialmente el número de contagios diarios siguió por las nubes, al menos para lo que es Grecia. Para decirlo gráficamente, últimamente los infectados por día rondan los tres mil, poco más, poco menos, según el día, esto es, hablamos de cifras que sólo tuvimos en los peores momentos de la peor oleada del invierno pasado.

En segundo lugar, ya sabemos que la llegada del frío y la vuelta a las actividades laborales y escolares van a traer consigo algunas sorpresas. Nadie sabe exactamente cómo van a andar los tantos para fin de año, pero la lección aprendida de la experiencia del 2020 es que tenemos que estar preparados para cualquier cosa.

De todos modos, creo que por lo pronto hay que reconocer que el coronavirus, incluso en su variante más refinada, la delta, ha sido bastante benigno con los griegos. Insisto en que mal que mal todos, jóvenes y viejos, ricos y pobres, han podido salir al menos unos días de vacaciones y que la industria del turismo está funcionando mejor que lo esperado (por supuesto, no como en los últimos años previos a la pandemia, por ejemplo, de 2015 a 2019, en los cuales el turismo nacional e internacional batió récords, pero al menos mucho mejor de lo que se calculaba allá por mayo y junio).

Hay que agregar en este contexto que incluso la celeridad de la llegada de la nueva ola de la variante delta, que los epidemiólogos la ubicaban recién para fines del verano y que por lo tanto sorprendió a todos, no está resultando un estorbo tan marcado para las empresas turísticas. Es cierto que en algunas ciudades e incluso en algunas islas tuvieron que reintroducirse los días pasados medidas restrictivas ante el aumento exponencial de contagios, pero yo, en mis casi dos semanas de estadía en la isla de Esciros no vi ningún impedimento digno de ese nombre a la actividad de los bares, restaurantes y hoteles: todos trabajaron prácticamente a full las dos primeras semanas de agosto. Ya los economistas redactarán sus informes, pero si tuviera que mencionar algo que durante algunos días entorpeció el “normal” desarrollo del turismo, diría que fueron los graves incendios ocurridos a principios de agosto, no la variante delta del virus.

El hecho de que estemos bastante relajados este verano a pesar de las abultadas cifras diarias de infecciones se debe a que buena parte de la población más vulnerable al covid ya está vacunada. Si aún no dispusiéramos de vacunas, estoy seguro de que el panorama sería muy distinto y mucho más asolador.

¿Qué significa lo anterior? Que el número de contagios diarios es alto, pero que la mayoría de esos perjudicados son jóvenes y, por tanto, no tienen síntomas o, si los tienen, son poco preocupantes. No obstante, algunos jóvenes sí enferman de covid y tiene que ser incluso hospitalizados. De hecho, un porcentaje importante de las nuevas hospitalizaciones abarca a personas de entre 30 y 40 años.

Hay que reconocer que otra arma importante con la que contamos este año es la de los kits de test rápido. La gente ha salido este año de vacaciones llevando en su botiquín de primeros auxilios un par de test de antígeno para autodiagnóstico: ante la duda, ¿por qué no hacerse un test de cinco minutos en la pieza del hotel? Creo que esto ha sido una clave para cortar la cadena de contagios. (En Grecia se siguen distribuyendo kits gratuitamente para algunos sectores de la población.) En síntesis: las vacunas y los test han marcado –y seguirán marcando– la diferencia. Lo cierto es que no hay que bajar la guardia. Desde hace unas semanas se observa en el país que aumenta el número de personas que terminan en terapia intensiva, inclusive de las que deben ser intubadas. En julio se trataba de solo una decena de intubaciones por covid en toda Grecia, hoy ya son unas doscientas. Como sabemos, el sistema de salud griego puede cubrir hasta ochocientas.

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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