Cuando se escriba la historia de la actual pandemia en Grecia, ¿quedará esta semana que estamos transitando como la peor de todas? ¿O es que todavía no llegamos a la κορύφωση, al famoso pico a partir del cual empieza el tan ansiado descenso? ¡Quién podría saberlo! Lo que sí está fuera de duda es que con los casi 700 intubados que había hasta ayer a la tarde se ha marcado un récord.
El ΕΣΥ, el Sistema Sanitario Nacional, está sometido a una dura prueba, porque los hospitales se han reestructurado todo lo posible con tal de absorber ese número creciente de pacientes en estado crítico, además de todos los otros pacientes que tienen que ser hopitalizados aunque no necesiten ser intubados.
Los pacientes no afectados por el COVID han tenido que quedarse en casa o han sido derivados a las clínicas privadas, de manera de poder contar con más camas y más personal destinados exclusivamente a hacer frente a la pandemia.
Con el objetivo de incorporar rápidamente 200 nuevos profesionales de la salud, sobre todo especialistas en neumonología, medicina interna y cuidados intensivos, el gobierno ha convocado a todos los médicos que trabajan privadamente a sumarse temporáneamente al plantel de los hospitales. Estos doscientos nuevos profesionales deben cubrir los déficits del sistema público en este momento tan crítico, al tiempo que se instalan nuevas salas de cuidados intensivos en cualquier espacio ocioso de los hospitales.
Pero está claro que este esfuerzo por aumentar en pocos días el número de camas, salas, aparatos de ventilación mecánica y personal capacitado tiene un límite. ¿Qué pasa si el número de intubados supera el millar en las próximas semanas? ¿Habrá que salir a pedir ayuda a los vecinos europeos, como lo hizo Portugal a inicios de este año?
Toda esta situación angustiante y cargada de incertidumbre se da justo cuando Grecia está por cumplir los doscientos años de la revolución contra el Imperio otomano. De hecho, mñana, 25 de marzo de 2021, se celebra el Bicentenario griego. Obviamente, todos los festejos se harán sin público; quienes lo deseen, podrán seguir los desfiles, los discursos oficiales, las inauguraciones y demás desde las pantallas de sus casas.
El camino a la normalidad no es liso, sino que está lleno de escollos sorpresivos. Por lo pronto, la variante británica ya se ha extendido tanto por el suelo heleno que ha dejado de ser asombrosa la facilidad con la que ocurren los nuevos contagios. Por otro lado, el inicio de la primavera no trajo el calorcito esperado sino una nueva ola de frío.
Lo único positivo en todo esto es que Grecia no se sumó a la suspensión momentánea que se llevó a cabo en Alemania, Francia, Italia y España de la administración de la vacuna de AstraZeneca. No solamente que aquí no cundió el pánico, sino que, muy por el contrario, la gente siguió concurriendo a vacunarse casi normalmente. Tengo entendido que en los días más negros de esta historia se presentó, no obstante, entre un 80 y 90 % de los convocados.
Ahora la vacunación empieza a cubrir a la franja de los grupos más vulnerables menores de 70 años. Un conocido mío, por ejemplo, que tiene una enfermedad bastante grave en los riñones ya se registró y es probable que lo convoquen a vacunarse en los próximos días.
El incremento de los contagios diarios ha tirado por la borda el plan que manejaba el gobierno para la reapertura paulatina de la actividad económica y escolar. Solo han podido reabrir sus puertas las peluquerías y los salones de manicura. Las escuelas y los negocios minoristas tendrán que esperar tal vez hasta la Pascua (ortodoxa).
Espero que todo mejore pronto. Saludos!
Gracias. Te tendré al tanto. ¡Saludos!