De nuevo en cuarentena (22 de enero)

Ayer los titulares de los diarios de casi todo el mundo, como no podía ser de otro modo, le daban amplio espacio a la investidura de Joe Biden y Kamala Harris. Pero si uno buscaba otras noticias relevantes del día aparecía de nuevo la pandemia. La situación sigue siendo muy difícil o incluso se complica en casi todos los países europeos, de España a Holanda y de Gran Bretaña a Italia. ¿Cómo es posible que la cosa siga marchando inesperadamente bien aquí en Grecia? ¿Será que nos está tocando un invierno excepcionalmente benigno y eso hace que las pocas medidas que efectivamente se respetan –y que cada vez son menos– surtan un increíble efecto? ¿O será que los dioses del Olimpo se apiadaron otra vez más de los helenos?

Obviamente: todo está por verse. Es probable que el rebrote de casos que esperábamos para después de las fiestas se presente más tarde de lo calculado, sobre todo teniendo en cuenta que recién el fin de semana pasado hizo unos días de frío intenso.

El fin de semana pasado nevó en Ática, aunque con menos intensidad que otras veces

Hay muchas cosas que ignoramos de esta nueva enfermedad y que posiblemente lleguemos a comprender mucho tiempo después de que haya dejado de ser una amenaza tan importante como hasta ahora. Ayer leía un artículo en Nature y pensaba cuán lejos estamos todavía de saber a ciencia cierta por qué los sistemas inmunitarios de las distintas personas reaccionan de manera tan diversa al virus: la mayoría no tiene síntomas, pero con otros el virus se ensaña ferozmente. Hay un montón de procesos biomoleculares específicos que los científicos recién ahora están individualizando. (Aquí les copio el enlace al artículo.)

Pero para volver al tema de esta entrada: las cosas en Grecia marchan χαλαρά, como se dice por acá, sin mayores obstáculos ni dificultades. Desde el lunes pasado están abiertos los negocios y ahora los clientes pueden entrar a los locales, no como la vez pasada, que había que pedir los productos desde la puerta de entrada. (En todo caso, la única molestia es que, si ya hay mucha gente dentro del negocio, hay que esperar en la cola un rato fuera, hasta que se vacíe un poco.) Mientras tanto, las escuelas primarias van a cumplir su segunda semana de clases, y se habla de extender la apertura a las escuelas secundarias y, finalmente, permitir que abran los restaurantes y bares.

¿A qué se debe tanto optimismo? Simplemente, a que los números siguen bajando, muy lentamente, es cierto, pero sin contramarchas. Las famosas “camas críticas” en terapia intensiva ya están bien por debajo del 50 por ciento de ocupación, con lo cual el margen de maniobra es bastante amplio en caso de que se revierta la situación. Muertos sigue habiendo cada día, ayer por ejemplo fueron una treintena, una cifra nada despreciable pero cuatro veces menor de la que llegamos a tener en noviembre.

La campaña de vacunación sigue su curso, pasito a paso. La única vacuna disponible por acá es todavía la de la Pfizer-BioNTech. El grupo de los beneficiarios continúa siendo el personal sanitario y el de los mayores de 80 años. No me consta que haya en general grandes inconvenientes en la vacunación, salvo que, a este ritmo, no está claro si vamos a lograr la famosa inmunidad de rebaño para de acá a diez meses, con el objetivo de evitar una tercera ola.

Alguien me preguntaba días pasados qué hacen las escuelas primarias cuando detectan casos de coronavirus. Respondo limitándome a mi experiencia personal. En la clase a la que va mi hija mayor, el padre de uno de sus compañeritos dio positivo. Obviamente, el chico dejó de ir de inmediato a la escuela. Le hicieron el test al menor y dio negativo, así que todos suspiramos aliviados y la clase continuó su funcionamiento normal. Una semana después, el chico ese terminó enfermándose de COVID y todos nos alarmamos. ¿El resultado del test había sido un caso de falso negativo? ¿O se ve que al inicio no tenía el virus y se lo terminó contagiando en la misma casa? No sé. Por lo pronto, estamos muy atentos. Igualmente, anteayer la maestra de otra clase dio positivo y, allí sí, se suspendió inmediatamente el dictado para todo ese grupo por dos semanas.

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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