Hablar abiertamente del suicidio: pequeño homenaje a David Hume

Los otros días un lector me envió un mensaje felicitándome por tratar abiertamente el tema del suicidio. «Es un tema importante», me decía en su mail. «Claro que lo es…», me quedé pensando. Si en nuestra sociedad la muerte es un tabú, mucho más lo es la muerte voluntaria. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que en determinadas circunstancias el suicidio es una opción legítima? Y esto lo planteo aun cuando me considero un cultor de la vida.

Me gustaría aquí recordar a David Hume, el gran filósofo británico y una de las primeras personas que se atrevió a escribir sobre el tema. Tiene un ensayo breve pero muy sagaz que se titula, justamente, «Del suicidio» (On Suicide).

Obviamente, Hume no consideraba que todo acto suicida fuese racional. A él, más bien, le interesaba mostrar que en algunos casos es suicidio es una alternativa válida y que no contraviene los principios éticos. Sólo desde una moral tradicionalista y oscurantista se puede condenar toda forma de suicidio.

Para Hume, es disparatado decir que el suicidio que comete un paciente terminal o un paciente gravemente enfermo y sin posibilidades de mejoría es una acción que ofendería a Dios o que iría contra los valores de la sociedad.

Si Dios le ha dado la razón al hombre, entonces el suicidio racional no puede considerarse una ofensa a la divinidad.

Algunos sostienen, dice Hume, que el suicidio es un acto moralmente reprobable porque equivaldría al incumplimiento de nuestros deberes sociales. (Este es, dicho sea de paso, el argumento de Aristóteles contra el suicidio.) Pero, como bien señala Hume y no sin un dejo de ironía, ¿cuáles son las funciones sociales que aún debe cumplir un enfermo terminal?

Es reprochable el suicidio de una persona joven y sana que, arrastrado por emociones violentas, que quita la vida dejando abandonada a su familia, incumpliendo las obligaciones laborales que había contraído libremente, etc. Pero, un paciente terminal que quiere ahorrarse unas semanas de sufrimiento inútil y alienante, ¿qué hace de malo?

Yo no creo que en nuestra sociedad el problema sea el racionalismo… Por el contrario, el problema es que no utilizamos la razón todo lo que deberíamos y del modo en que deberíamos. Decir que el uso de la razón hace estéril nuestra vida es una afirmación infundada. Eso no significa que debamos aceptar a ciegas los modelos que nos proponen (o imponen) los supuestos «racionalismos» de todo tipo. La mejor arma contra los racionalismos es el análisis racional y libre de prejuicios.

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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