Norbert Hoerster es uno de los principales defensores en Alemania del suicidio asistido y la eutanasia voluntaria. En su ensayo «Sobre la legitimidad de la eutanasia» aboga por la aprobación de una ley «que vincule la legalidad de la eutanasia a las siguientes condiciones: 1) que quien solicite la eutanasia está expuesto a un sufrimiento grave e incurable; 2) que el interesado sea plenamente consciente de su estado y que su solicitud sea el resultado de una deliberación libre y madura; 3) que la eutanasia sea llevada a cabo por un médico que ha controlado previamente que se cumplan las dos condiciones anteriores.»
En el caso de aquellos neonatos que carezcan de una perspectiva a futuro a causa de enfermedades severas e incurables o de malformaciones irreversibles, es necesario el expreso consentimiento de los padres.
Contra aquellos que se oponen a la eutanasia por considerar que la medicina paliativa hace innecesario el recurso a tal práctica, Hoerster sostiene, en primer lugar, que ni siquiera en las sociedades avanzadas existe la posibilidad de ofrecer un tratamiento paliativo adecuado a todos los pacientes terminales. En segundo lugar, afirma que incluso en condiciones ideales, la medicina paliativa no da una respuesta satisfactoria a todos los casos. Hay pacientes terminales que quieren concluir de una buena vez con su vida, por más que tengan acceso a un excelente servicio de medicina paliativa.
Por último, Hoerster señala que, en términos éticos, no existe una diferencia entre la eutanasia activa (rechazada vehementemente por muchos grupos sociales) y la eutanasia indirecta (ampliamente aceptada y practicada bajo el nombre de «sedación terminal»). De hecho, y como yo insistía en mi crítica a la posición de Sicard en el Informe Sicard, es hipócrita (al aplicar una sobredosis de un medicamento opiáceo) alegar que se trata de una medida para «calmar el dolor», cuando se sabe que el efecto es la aceleración de la muerte del paciente terminal – e incluso cuando este resultado es el deseado y solicitado por el enfermo mismo. En este caso estamos en presencia de una forma de eutanasia activa, por más que se proceda de modo «indirecto».