¿Por qué la Iglesia? Reflexiones finales

Ernst Troeltsch, uno de los pensadores que más ha influido sobre Hans Joas.

Lo que Joas todavía no nos demostró es que la Iglesia sea necesaria; aún no nos ofreció una respuesta categórica a la pregunta que da título al libro: ¿por qué la Iglesia?.

Tratemos de atar los cabos que han quedado suelto en las entradas anteriores para anticipar la postura del autor.

En primer lugar, ya dijimos que, para Joas, la experiencia religiosa es constitutiva del ser humano. En otras palabras, el hombre es un ser esencialmente religioso en su opinión. Ahora bien, no hay experiencias “sueltas” o “libres de todo marco interpretativo”. La experiencia de lo divino debe plasmarse o articularse de algún modo, y eso solo es posible dentro de un sistema de creencias, de prácticas, de preceptos, de eso que conforma lo que llamamos “una religión”, aspectos todos estos que, a su vez, no pueden darse como tal sino en el seno de una institución social, la Iglesia.

El problema que yo noto en esta respuesta es que nos muestra la necesidad de una iglesia (o, mejor, de iglesias, en minúscula y en plural), no de la Iglesia. En otras palabras: la vivencia de lo religioso podrá siempre articularse en nuevos sistemas de creencias, de ritos y de preceptos, sistemas que darán lugar a múltiples y cambiantes iglesias.

En un momento, al reflexionar sobre la obra de Ernst Troeltsch, Joas se acerca a esa posición. Cito:

“¿Se puede organizar la trascendencia? Sí, esa no puede mantenerse simplemente gracias a los individuos sin una organización; y no, esa va más allá de toda organización definida.”  

Ahora bien, ¿no será que Joas se está comportando como un prestidigitador que, sin que nos demos cuenta, va agregando elementos en su tratamiento de la cuestión, elementos que al final le permiten deducir la necesidad de la Iglesia? ¿Y cuáles serían esos elementos?

En primer lugar, está el tema de la creencia. ¿Cualquier tipo de creencia logra articular la vivencia religiosa? De ser así, ¿en qué se sustentan los dogmas de la fe? Pongamos, por caso, el dogma de la Santísima Trinidad: ¿es una manera de dar voz a nuestra experiencia de lo divino o es una proposición verdadera? (Para un católico como Joas, las verdades de la fe no pueden ser sino eso mismo: verdades.)

En segundo lugar, surge la cuestión de la moral. Aquí también podemos interrogarnos si cualquier tipo de moral es capaz de capturar y plasmar la experiencia religiosa, porque, de ser ese el caso, entonces cualquier moral, no la moral cristiana, expresaría satisfactoriamente esa vivencia íntima de lo sagrado. Y lo cierto es que acá Joas es más claro que en el punto anterior. Su postura podría sintetizarse así: No, no cualquier moral, sino solo la moral cristiana; esa es la moral por la que vale la pena incluso dar la vida, la moral universalista, la moral que se condensa en el amor al prójimo, sea nuestro amigo o nuestro enemigo, la moral que hace de toda persona, grande o pequeña, vieja o nueva, buena o mala, un ser sagrado.

Más arriba llamé a Joas “prestidigitador” y creo haber sido injusto. No pienso que Joas haya actuado de mala fe. En todo caso, su libro es un testimonio de un conflicto interno, el conflicto de un católico, por una parte, y de un sociólogo, por otra. Por momentos, ambos parecen marchar juntos, pero pronto el creyente y el científico vuelven a separarse.

El deseo de Joas es mantener la Iglesia, la Iglesia católica, apostólica y romana, la más antigua institución de Occidente, pero no sin reformas. No se trata de tirar todo por la borda, ni de mantener las cosas tal cual están. La Iglesia debe cambiar, debe mejorarse, pero esas reformas deben surgir “desde adentro”, sin ocasionar nuevas fracturas. Cierro estas reflexiones citando el ideal que, para él, debería guiar este proceso, el de:

“una Iglesia misionera, enaltecida por la fe que vive en ella; una Iglesia orientada globalmente; una Iglesia que, en sus estructuras, no busque santificarse a sí misma; una Iglesia capaz de lograr acuerdos, ya que tendrá un norte, el de su creencia, y estará dispuesta a aprender tanto de los otros cristianos como de las demás tradiciones religiosas, e incluso de los universalistas seculares.”

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About Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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