Eutanasia como «buena muerte»

Al escribir sobre la eutanasia, uno de los aspectos que más me interesa resaltar es el de eutanasia como «buena muerte» o «buen morir». De hecho, esa es la etimología del término: en griego, «eu» es un prefijo que puede traducirse como «bueno» y «thanasía» deriva de «thánatos», muerte. El tema es justamente reflexionar acerca de qué es o qué puede ser una buena muerte (se recurra o no a la asistencia de un médico para terminar con la propia vida).

Ya los griegos decían que la muerte podía ser buena (euthanasía) o mala (dysthanasía).

En realidad, en la cultura helena el término eutanasia no tenía un sólo significado, sino que era una voz polisémica.

Uno de los significados del término eutanasia era el de buena muerte entendida como «muerte dulce», la muerte que llegaba sin dolores ni sufrimientos, en particular la muerte que le sobrevenía a un enfermo o a un viejo mientras dormía. Dysthanasía, por el contrario, era la muerte plagada de dolores, la muerte que tardaba en llegar, la muerte precedida por un calvario.

En Sócrates y, más tarde, en el epicureísmo y el estoicismo (al fin y al cabo, dos escuelas que se remontan a Sócrates), morir bien significaba no tanto el morir sin dolores físicos, sino el morir sin sufrimientos psicológicos, esto es, morir teniendo el control de las emociones y los pensamientos hasta el último momento. Moría bien quien se enfrentaba a la muerte con serenidad, con sabiduría, dominando las ideas irracionales y las emociones extremas. (Aquí hay toda una literatura muy rica sobre el buen morir: la muerte de Sócrates en el Fedón de Platón, o la muerte de Epicuro en los fragmentos que nos han llegado).

En el epicureísmo y el estoicismo había una relación muy estrecha entre el morir bien y el quitarse la vida en el momento oportuno. Para un Sócrates o, posteriormente, para un Séneca era indigno el morir ejecutado por un desconocido. Digno era, llegado el momento, terminar la vida con las propias manos. Igualmente, para un Epicuro e, incluso, para un Diógenes, ya en la tradición de los cínicos, era indigno dejar que la enfermedad consumiera lentamente al sabio. El «sofós»sabía poner el punto final a su vida cuando veía arribar el momento.

En esta línea, pero ya llegando a un extremo, estaban quienes pensaban que la buena muerte sólo podía ser resultado de la acción humana. El héroe moría bien si moría en el campo de batalla o si se retiraba por siempre como Áyax. Para esta visión radical era indigno el que la naturaleza «siguiera su curso» y llevara al hombre (el morirse de viejo o de una enfermedad).

Mi objetivos no es defender ninguna de las concepciones antiguas sobre la buena muerte. Lo que es interesante es notar que ya entonces aparecían algunos elementos presentes en la discusión contemporánea en torno a la licitud de la eutanasia voluntaria y el suicidio asistido. Aquí van:

(a) La buena muerte es una muerte oportuna: no llega ni mucho antes, ni mucho después del momento justo;

(b) La buena muerte es una muerte libre de dolores intolerables e inútiles;

(c) La buena muerte es resultado de una decisión tomada de manera libre y responsable por el moribundo;

(d) La muerte no es necesariamente un acontecimiento negativo. Morir bien es saberle dar significado a eso que ocurre.

Acerca de Marcos G. Breuer

I'm a philosopher based in Athens, Greece.
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Una respuesta a Eutanasia como «buena muerte»

  1. Madelyn dijo:

    Muy interesante, Marcos. Es que la muerte es uno de los tabúes más grandes de la existencia. Sabes qué pienso? Que lo es porque hay otro tabú mayor, la vida misma.

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